Hablar desde el dolor,
de
la resistencia de cartón,
del
esqueleto de madera,
desde
el recuerdo del sufrir.
Hablar
pensando en energía
en
la potencialidad de lo intrínseco,
en
ese poder gestado,
como
una flor que se resiste
a
terminar la primavera.
Debe
ser la distancia
que
me atraganta, que tropieza,
que
no es clara en momentos.
Debe
ser la ansiedad,
la
luna, la música, la almohada,
que no
sabe y escucha los pensamientos.
Hablar
desde la mesa vacía
y el
recuerdo de los sueños.
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