jueves

Del once al doce

Un año de silencio
atravesado por mil cataratas aglomeradas
que buscan su peso ideal
para continuar en equilibrio.

Despues de temporales momentaneos
la lluvia dijo que los niños podían seguir jugando,
ser presente en el denso ausente,
entre magias y palabras virtuales
que se hacen fuego en las miradas brillantes.

Las velocidades generan vertigo en el corazon
pues lo inasible del tiempo late en el viento
formando remolinos de sensaciones incontrolables.

Hemos de encontrar la luz
aquella que invita a ser parte de ella,
y que en medio de su hogar
nos abraza con la ternura de dos años de edad.