Hablar desde la confusión
es
hablar eclipsado,
es
emprender un sendero
donde
el cuarto se inunda,
y no
se sabe si está lloviendo
afuera
de esta noche.
Debe
ser la luz del misterio
que
erige un monumento,
un
movimiento andante
donde
el avance no tiene freno
ni
el sentido hacer silencio.
Debe
ser la soledad
del
cielo en su saciedad
o su
hambre de la nada,
ese
encuentro del tiempo
en
el que arden las ganas
de
comer en la mitad de la noche.
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