Debato conmigo mismo
para ablandar la locura,
arropar la demencia,
y que el techo de este cuarto
me abrace en la inmensidad.
Debato para que la calma
sea la siesta enarbolada,
para que las ansias
se junten mano a mano con el placer.
El desarme de los pensamientos que
rebotan,
sobre la nada de un terreno donde
brotan
malezas inventadas y ficcionalizadas,
en la eternidad de la noche.
Debato para extraer y extirpar
lo desconocido,
y que el conocimiento del goce,
se replique como eco en la montaña.
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