Busquemos
un lugar
de
gracia divina
y
despejemos el día feriado,
sacando
de los adentros
las
nubes que invaden el cuarto,
así en
un perfume de ansiedad,
habitar
el centro como un péndulo
cayendo
de forma lenta.
Como un
péndulo que circunda
diferentes
tiempos en un espacio,
atravesado
de cuadros y lana,
que no
hacen más que detenerlo.
La habitación
del tiempo
se
moviliza enérgicamente,
y allá
afuera tras la ventana,
despejamos
el día feriado,
para
sacarle la sustanciosa capacidad,
de locomoción
interna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario