A veces creo que encontrar
es la antesala al laberinto,
porque el contexto, el color, el sabor,
el olor de esos recuerdos,
forman un eléctrico cambio.
Esa corriente desata
la construcción de lo ya ajeno,
de una lejanía perpetua,
de una lontananza que se posa,
a los pies de la cama.
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