Los actos del silencio
construyen un aurora
nacido de caminos mentales,
ubicando la dirección de los ojos
hacia todas las esquinas
que enfocan un deseo.
Esos pasos dejan un sendero
intocable pero puro y sincero,
configurando una luz
que parpadea aunque quiere brillar.
El deseo se mentaliza,
el objetivo es materializarlo.
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