Como un espanto desenfrenado
ladra sin ser escuchado,
en la búsqueda profunda
del silencio a la congoja.
Desplaza sus cosas,
aprieta los dientes,
comprende en el día,
extraña en la noche,
piensa entre potenciales ruidos,
el verano y su amparo,
mientras el espanto late
habrá que presentarse batallando.
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