En el placer de querer ser el sueño
nos armamos con fundas
dentro de malabares histéricos
goces peligrosamente eternos
y terapias intensivas de caudales.
Todo aquello que alberga el sueño
que corroe desenfrenado
despabila las gracias
reanima lo subjetivo de lo objetivo
entre el control del tiempo
y la apabullante duda.
Seremos dubitativos
pero el hambre tiene de que alimentarse.
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