Como centros distantes
que enumerados se ven desnudos,
huyen de la historia
con su propio verbo del cuento,
memorizado y vuelto a memorizar
para que en el escape
cruja menos el gran golpe
de los sucios regalos
del contrincante.
Como centros distantes,
paralelas eternas, longevas,
hondos, separadas, irremediables,
que a pesar de su marca
no quieren interacción con el todo,
y se disipan en el zumbido confuso,
desprotegidos del sueño,
nihilistas sin amo ni dueño.
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