Es como un encanto
prohibido,
ese que te vigila
desde adentro.
Es como una traba extraña,
desafiante casi guapa
porque es su estado culmine.
Hay una variación titilante
que se jacta de lo incomprensible del acto.
Una escena perpetua,
que reitera
toda su textura
y retoma su elección
con la idea de reivindicar.
Reivindicar ese contexto
que inundado de sí,
en la noche,
espera ser activado,
como un botón de máquina
o una bomba silenciosa,
desperdigada por todo el campo
de lo que quiera mi mente.
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