En cada circo envenenado
hay un espacio capcioso
de mártires y moribundos,
mientras por en medio se ilumina
con una media luz poco divina
casi maldita.
Son los sentidos que saben,
y de paso, suben,
sienten y huelen.
Y todos los ruidos que traigas
ya te estaban invadiendo,
a escondidas, como un delay o eco,
despacito casi tanteando.
Entonces a todo es miedo
y con todo ese miedo,
de la nada te metes al bosque.
Podría ser la forma ideal
de lo que tu ansiedad imagina,
la que sea, del color más duro.
Está pasando otra vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario