Vislumbrar la mirada
como abrir el cielo
despejando el viento
sembrándolo en humo.
Nuestros ojos se espantan
si la luz desenfrenada
no toca el suelo en halos
para que irradiemos despacio.
Esparciremos la niebla,
que rodeándonos granulada,
a la vista del sueño preparada,
nos muestra el camino de la noche
que se desdibuja,
si no sabemos ver la vida
de manera iluminada.
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